Hace un par de años, uno de nuestros principales desafíos era la comunicación interna. En nuestras métricas de bienestar, la pregunta “¿Cómo crees que es la comunicación de la empresa hacia los trabajadores?” no tenía los resultados que esperábamos.
En ese entonces, todavía éramos un equipo pequeño —unas 30 personas—, y aun así ya notábamos algo preocupante: había áreas que no sabían qué hacían las otras, ni cuáles eran los objetivos de la empresa. Y si queríamos seguir creciendo, teníamos que mejorar la comunicación interna sí o sí.
Junto a Pame Silva, nuestra Comms Leader, comenzamos a buscar distintas maneras de hacerlo mejor. Nos propusimos que GoodRabbit se caracterizara por la transparencia, por compartir con cada persona los avances y desafíos que tenemos como organización, por entregar razones y no solo decisiones. Queríamos que todos se sintieran parte de lo que estábamos construyendo.
Por eso, cuando presentamos nuestra nueva marca al equipo en el All Hands de diciembre de 2024 —aunque recién la haríamos pública a fines de 2025—, tuvimos que tomar una decisión: ¿Trabajar el cambio de marca entre cuatro paredes o compartirlo desde el principio con todos?
Elegimos compartirlo
Desde marzo de este año, empezamos a vivir internamente como GoodRabbit. Nuestros correos, newsletters, presentaciones y reuniones adoptaron el nuevo estilo. Hicimos varios workshops para que cada miembro del equipo entendiera qué significaba esta nueva marca y se sintiera parte del proceso. Queríamos que todos quisieran a GoodRabbit tanto como nosotros.
Sabíamos que no sería fácil. Tomamos el riesgo de convivir un tiempo entre dos identidades —GoodRabbit y SCM Latam—, y eso inevitablemente generó algo de confusión. Pero, mirando hacia atrás, creo que fue la decisión correcta. Con el tiempo, todos nos fuimos encantando con GoodRabbit: nos emocionamos con los avances, disfrutamos la nueva identidad visual y, sobre todo, fuimos viendo cómo este cambio reflejaba mejor lo que somos hoy como empresa.
Hoy, los nombres antiguos suenan lejanos. Ya ni recuerdo cómo era nuestro newsletter anterior o los comunicados antiguos. Siento que GoodRabbit siempre estuvo ahí. Este periodo de “ensayo interno” fue clave: nos permitió aprender, equivocarnos y ajustar sin la presión de lo público.
Cualquier cambio grande puede ser abrumador, especialmente cuando una organización lleva mucho tiempo haciendo las cosas de una forma. No quiero decir que el modo en que lo hicimos nosotros sea “el correcto” —seguramente hay mil formas distintas de hacerlo bien-, pero sí puedo decir que fue el correcto para nosotros.
Creo que la principal enseñanza de este proceso es que siempre se puede mirar lo que hicieron otros para inspirarse, pero nunca copiarlo al pie de la letra. Cada empresa tiene su propia realidad, ritmo y cultura.
En GoodRabbit lo tuvimos claro desde el principio: así como entendemos que cada cliente tiene su propio contexto, también aplicamos eso a nosotros mismos. Por eso no seguimos una fórmula prediseñada; tomamos buenas prácticas, las adaptamos, y creamos algo que hiciera sentido con nuestra identidad.
Y esa, creo, es la mejor conclusión de todo este proceso:Inspirarse en otros está bien, pero lo importante es construir desde lo propio.
